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30/07/2020
*Por Natalia Peralta"
El surgimiento constante de recursos tecnológicos, con múltiples aplicaciones, ha promovido, y lo continúa haciendo, modificaciones sustanciales en nuestra cotidianeidad. El ámbito educativo no se ha encontrado ajeno a dicha influencia, menos aun actualmente, con la irrupción de la pandemia, la cual no hizo más que acelerar, sobremanera, un proceso de virtualización en educación que se ha estado gestando desde hace tiempo.
La llegada de diversas tecnologías ha interpelado a la educación, planteando una necesaria evolución en los modelos educativos. En educación superior, específicamente, supone la transición desde un modelo estático a uno dinámico, innovador, creativo, inclusivo, colaborativo, parcial o totalmente virtual.
La ausencia de presencialidad en las aulas, suscitada por la situación actual, nos ha inquietado, como todo cambio, generando incertidumbre, expectativas, miedos, ansiedades, en todos los actores que participan del proceso. De manera súbita vimos alterada nuestra rutina, lo conocido se volvió desconocido, incierto, nuevo, cambiante. Poco a poco comenzaron a surgir algunas certezas, que nos permitieron adaptarnos a la situación y generar nuevas formar de transitar la enseñanza y el aprendizaje.
En el escenario actual, algunos docentes profundizaron conocimientos sobre la virtualidad, otros ensayaron aquello en lo que se estaban formando y hay quienes comenzaron a descubrir las potencialidades de la educación a distancia, la multiplicidad de recursos disponibles, el cambio que la misma genera en los roles de las personas involucradas en el proceso de enseñar y aprender, y en la metodología las alternativas de intervención y evaluación.
Retomando esta última, la educación a distancia nos obliga a repensarla. La evaluación formativa adquiere protagonismo, resulta necesario evaluar para aprender, es decir, concebir a la evaluación como una oportunidad para seguir aprendiendo, y no exclusivamente como una manera de acreditar conocimientos. Existen numerosos recursos para avaluar (proyectos, rúbricas, foros, portfolios, entre muchos otros), no los hay mejores o peores, simplemente el que se seleccione debería guardar relación con la metodología de enseñanza adoptada y superar la reproducción memorística de contenidos, apuntando a valorar competencias en el/la estudiante, en consonancia con el cambio en el modelo educativo y las necesidades actuales. La diferencia entre evaluación presencial y virtual radica, fundamentalmente, en el soporte para llevarla a cabo. El/la docente que focalizaba en el proceso y no reducía el aprendizaje a una calificación final, lo seguirá haciendo, pero empleando recursos digitales.
Personalmente, en un principio, no me resultó sencillo responder a la demanda de desarrollar las clases a distancia, experimenté incertidumbre y ansiedad ante lo nuevo. El trabajo colaborativo entre los diferentes actores institucionales como los trayectos de formación propuestos por la Universidad desde hace algunos años, en materia de tecnología y educación, posibilitaron asumir el desafío de enseñar en la virtualidad, sin dejar de estar exenta a dificultades vinculadas con la conectividad, la disponibilidad de recursos específicos u otras asociadas a la modernidad de los dispositivos disponibles.
No solo el rol docente se vio modificado por la virtualidad, los/as estudiantes también debieron adaptarse a las nuevas demandas. Si bien cuentan con el beneficio de pertenecer a una generación donde la tecnología es parte de sus vidas, seguramente lo novedoso de esta forma de aprender, para quienes no habían transitado experiencias previas vinculadas a la educación a distancia, resultó movilizador. Por lo expuesto desde mi rol docente, y también como psicopedagoga, les puedo recomendar lo siguiente:
- Si bien los dispositivos móviles nos dan la oportunidad de aprender sin límite de tiempo y en múltiples espacios, resulta conveniente disponer de un lugar acondicionado para tal fin y de un horario establecido, que permita encuadrar el momento de estudio para lograr focalizar la atención. Resulta necesario disponer, también, de horarios de descanso.
- Es conveniente, al igual que en la modalidad presencial, elaborar un plan de trabajo que permita distribuir el tiempo entre las diversas asignaturas, tanto para responder a las actividades sincrónicas, como asincrónicas y en la preparación de exámenes.
- Resulta útil, al momento de preparar un examen, generar recursos tales como redes conceptuales, mapas sinópticos, cuadros, esquemas que permitan visualizar lo aprendido de manera rápida y sencilla.
- Es fundamental mantener comunicación fluida con el docente, que ahora asume una función similar a la de un tutor guiando el proceso de aprendizaje, y con los/as compañeros/as. Para ello puede ser útil el uso de mensajería instantánea como por ejemplo WhatsApp, que permite una conexión rápida, siempre respetando los horarios acordados para los intercambios. Los foros o espacios de debate también resultan apropiados para lograr comunicarnos.
- Solicitar al docente la realización de un simulacro de examen colaborará en la reducción de las ansiedades que genera la instancia en cuestión y permitirá ensayar el manejo de los recursos, contenidos, tiempos.
- Además, es preciso saber que aprender a la distancia requiere, al igual que en la modalidad presencial, tiempo, dedicación, compromiso y responsabilidad.
Transitar un proceso colmado de incógnitas se vuelve más ameno si lo concebimos como una oportunidad para repensar nuestras prácticas y generar cambios en pos de una educación de calidad.
*Docente de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicopedagogía Universidad Abierta Interamericana
Lic. en Psicopedagogía
Magister en Educación