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11/05/2017
En el jardín de infantes, aprender y jugar son sinónimos. O debieran serlo: en la primera infancia, los chicos desarrollan habilidades básicas por medio del juego. El nivel inicial, además, prepara el terreno para aprender a leer y escribir en primer grado. Sin embargo, un estudio de Unicef y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) encontró que en los jardines se dedica poco tiempo al juego y a la alfabetización, las dos prioridades de ese nivel educativo.
Según el informe, casi un tercio de la jornada escolar en el jardín se destina a actividades que no están relacionadas con el aprendizaje, sino con prácticas rutinarias centradas en la socialización: saludo inicial, control de asistencia, comida, higiene, traslados y orden luego de cada tarea.
En una jornada de por sí breve (en casi todo el país es de 3 horas; sólo en provincia de Buenos Aires y Chubut es de 4), eso quiere decir que queda poco tiempo para tareas más significativas.
El estudio se basó en observaciones de salas y encuestas a docentes en 67 jardines de 5 provincias en las que la OEI desarrolló proyectos de intervención.
Uno de los hallazgos más preocupantes: sólo el 22% de las actividades observadas fueron lúdicas, pese a que la Ley Nacional de Educación exige “promover el juego como contenido de alto valor cultural” para el desarrollo integral de los chicos en el jardín.
“El juego es la experiencia de aprendizaje primordial en la primera infancia”, plantea Verona Batiuk, autora del informe junto con Julia Coria. Según la especialista, una buena propuesta de educación inicial debería incluir juegos dramáticos (de roles), de construcción (por ejemplo, con ladrillos) y con reglas convencionales (tipo memotest, lotería, dominó, etc).
Otro hallazgo clave: sólo el 20% de las actividades observadas estuvieron orientadas a la alfabetización. “Varias investigaciones internacionales afirman que la lectura en voz alta del adulto es la actividad más importante en el proceso de alfabetización temprana, junto con la conversación alrededor del texto”, señala Batiuk en una nota publicada en el diario Clarín con la firma de Alfredo Dillon. Sin embargo, menos de 1 de cada 10 maestros lee cuentos en voz alta a sus alumnos.
El diseño curricular de primaria establece que los chicos tienen tiempo hasta 3° grado para aprender a leer y escribir, pero ese proceso empieza en el jardín, por medio del juego. “La alfabetización temprana se refiere a que los niños tengan en la escuela una oportunidad de ampliar su vocabulario, y comiencen con el desarrollo de trazos que fortalezcan su escritura posterior.
En sala de 5 se espera que todos puedan tener vocabulario amplio y diverso y que ejerciten la oralidad, para que puedan lograr intercambios fluidos, expresar sus sentimientos y necesidades y describir lo que ocurre a su alrededor”, explica Cora Steinberg, especialista en educación de Unicef.
La mitad de los alumnos argentinos de 15 años tienen dificultades para comprender textos sencillos, según surge de las pruebas Pisa.
Para Ana María Borzone, especialista del Conicet en desarrollo lingüístico y cognitivo, esos problemas pueden explicarse “por los déficits en la alfabetización”. Borzone señala que “en el jardín se deben desarrollar habilidades básicas para el aprendizaje, como el lenguaje, la memoria y la atención”. Esto requiere “actividades específicas y sistemáticas”, que involucran el juego guiado por la maestra y que hoy están ausentes de la currícula y de la formación docente.
Fuente: Diario EL Litoral