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08/07/2020
Tamana Arcamone es una estudiante destacada de la Licenciatura en Psicopedagogía de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicopedagogía de la Universidad Abierta Interamericana. En la siguiente entrevista le preguntamos el rol de los padres en el aprendizaje de los niños durante la cuarentena, cómo se le explica a los niños la gravedad del coronavirus y si cree que la enseñanza, de ahora en más, podría ser virtual, entre otras cosas
¿Qué necesitan conocer los padres para ayudar a los niños en las tareas escolares?
Para empezar, primero es necesario entender que la escuela hoy se mudó a los hogares sin aviso y eso hace que se ponga a prueba el vínculo familia – escuela, un vínculo que no siempre es bueno o fluido. Entonces la escuela tendrá el gran trabajo de pensar con qué contextos se van a encontrar, y por otro lado, los papás tendrán que fortalecer el lazo que no se haya establecido con la escuela, y de esta manera se podrán encontrar respuestas a las necesidades que van surgiendo.
Por otro lado, será necesario que cada institución reconozca que no se puede seguir haciendo lo mismo que se hace la en la escuela porque indudablemente no es así. Por más que las condiciones sean las mejores, donde los contenidos llegan a los niños por parte de maestros muy capacitados y padres que puedan llevar adelante esos contenidos, falta la magia que se da en el aula, a partir de los vínculos, de la mirada, del encuentro y esto es lo que se siente y lo que se padece. Para subsanar esta situación que los y nos atraviesa, la escuela está haciendo un trabajo enorme, donde más allá de hacer llegar los contenidos, está humanizándolos, pensando propuestas que incluyan a los niños y su contexto, repensar propuestas dando un giro que los haga viajar a su interior, poniendo el juego en contexto que, sin duda es el modo de aprendizaje certero. Este es un trabajo arduo pero que brinda una gran ayuda para el acompañamiento que realizan los padres con sus hijos.
¿Pueden los padres tomar el rol de docentes?
Hoy hay que entender que la educación cambió y que esta situación inhóspita puso como protagonista al coronavirus, pero no nos podemos olvidar que hay otros protagonistas entre los que encontramos a los docentes, a la familia y al alumno, y que cada uno, pese a la realidad que nos toca vivir, no cambió su rol. Los papás no ocupan el rol del docente y no lo ocuparán, no porque no estén a la altura de la circunstancia, sino porque cada uno es esencial en su función. Lo que tenemos que entender es que el papá acompaña y que hay un vínculo que, dada la circunstancia, hoy tiene que ser más fuerte que nunca. No podemos decir que los papás están ocupando el rol docente porque ese rol nunca se desdibujó, los docentes están ahí y los papás están acompañando el proceso de aprendizaje de sus hijos.
¿Cuál es la mejor forma de explicarle a los más chicos la gravedad del coronavirus, y el por qué deben quedarse en casa? ¿Qué sensación les genera a ellos?
Los niños han demostrado ser grandes entendedores en múltiples situaciones, y la mejor forma de explicar la gravedad de esta situación es a través del diálogo, podemos encontrar muchos recursos circulando en la web desde cuentos hasta canciones, pero nada es más efectivo que poner en palabras lo que sucede, obviamente sacando tragedia y sin sembrar el pánico.
Este es un momento de aprendizaje y con él, también tenemos el gran desafío de aprender a hablar con los más pequeños, disipar dudas, enseñar cómo mantener un buen cuidado de nuestra salud y de cómo canalizar nuestras emociones, cómo poner estas emociones en palabras; este es el mejor camino para transitar juntos y la gran oportunidad que tenemos como generadores de infancias libres y responsables.
¿Cómo controlar las emociones de los niños? Como la angustia y la euforia por querer salir y no poder.
Lo primero que tenemos que hacer como adultos que acompañan, es manejar nuestras emociones. Si como adultos no manejamos lo que nos pasa, lo que sentimos y lo que esta situación de pandemia a nosotros nos genera, no podremos de ninguna manera acompañar a nuestros niños. Tener un buen control emocional es clave, y eso también implica permitirnos estar tristes. Partiendo desde nosotros podremos bajar las ansiedades que a ellos les genera esta angustia.
Como docente, muchas veces recomiendo a las familias juegos en los que los niños pueden poner en palabras aquello que los preocupan o los angustia. El juego es un gran aliado para estas situaciones porque en él fluyen situaciones y sentimientos, y también son reparadores.
¿En qué influye a los niños no poder salir durante tanto tiempo y no poder estar en contacto con sus amigos?
Influye en que los niños tienen que buscar otros medios para canalizar las emociones que generalmente las vehiculizan en situaciones de juego con otros, con sus pares, en vivencias cotidianas.
También se pierden la diferenciación de los espacios, porque en muchas casas hoy, en un mismo espacio se estudia, se trabaja, se juega y esto en ocasiones termina perjudicando porque si bien el niño necesita de su entorno, esto de tener que procesar lo que sucede todos juntos en un mismo espacio, se dificulta. Sumado a esta situación de aislamiento, el no poder estar en contacto con sus amigos genera angustia e incertidumbre.
Esta situación de pandemia los obliga, más allá que es una obligación necesaria, a perder el contacto con la magia que se establece con el otro, el encuentro y los hace reinventarse y aprender a generar otro tipo de vínculos. Vínculos que nos permitan tocarnos y vernos a través de una pantalla.
¿Cree que la cuarentena hizo que los más pequeños se adueñen de la tecnología en casa? ¿Por qué?
La tecnología en la cuarentena es necesaria y obviamente ocupan momentos importantes en el día de un niño porque es por este medio por el que ellos realizan sus actividades. Pero no creo que los niños se adueñen de la tecnología en casa, más bien pienso que hay adultos que posibilitan que eso suceda, ya sea, porque los niños copian y quieren hacer lo que los adultos hacen, por lo que tenemos que pensar que hay un adulto pendiente de la tecnología, o en todo caso la manera de poder transitar este momento o las situaciones de ansiedad que la cuarentena genera que permite que los adultos posibiliten que los niños se adueñen de estas tecnologías.
Como estudiante de la licenciatura en psicopedagogía, ¿qué le recomendas a los padres cuando los chicos se dispersan y no quieren hacer caso?
Me parece importante destacar que todos estamos ante una situación que moviliza muchas emociones, y como papás, como adultos que acompañamos las infancias, es necesario poder brindar espacio para que el niño pueda manifestar que le está pasando, respetar los tiempos y las individualidades. No siempre el niño está dispuesto a hacer lo que los adultos quieren en el momento que ellos quieren.
A veces es necesario establecer acuerdos que medien entre lo que debemos hacer y lo que queremos hacer, en otras será necesario no imponer “la tarea” sino revertir la propuesta pensándola como una actividad conjunta.
¿Este tiempo de cuarentena puede hacer más fuerte los lazos entre padres e hijos?
Sin ninguna duda es una oportunidad en la que podemos fortalecer lazos o generar lazos que la rutina diaria y las corridas de esta “ocupada” vida de adultos, en ocasiones, imposibilita. Y nada más lindo que hacerlo a través del juego, del diálogo, de compartir cenas, películas, música, ayudar a los papás a realizar actividades en la casa. Estos son contenidos invalorables que se están aprendiendo en familia, son aprendizajes importantísimos que esta cuarentena nos brinda como oportunidad.
¿Crees que la educación, de ahora en más, podría ser solo virtual?
No hay duda que este tiempo de cuarentena nos dio la oportunidad de reinventarnos en materia educativa, aunque aún queda un largo camino para mejorar nuestras prácticas. La virtualidad cumple y cumplirá un rol importante dentro del sistema educativo. Se pueden hacer grandes cosas, llegar a muchos lados y será necesario ponerle nuestra creatividad y personalidad a lo que hagamos para poder llegar al otro, atravesarlo. Pero como dije, la magia del aula no se puede perder, allí se vivencian cosas que fuera de ella no se puede vivenciar sobre todo cuando hablamos de niños y adolescentes.