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06/01/2022
Nota de opinión de Nicolás Becerra, graduado de la UAI, Director Nivel Inicial y Nivel Primario del Instituto San Pablo Apóstol (A-499).
Vivimos acostumbrados a una determinada velocidad y estímulos sonoros en nuestra cotidianeidad que los incorporamos a nuestras vidas de modo inconsciente. Muchas veces el ambiente sonoro de las escuelas no es favorable y produce una contaminación de la cual somos parte y afecta la salud de docentes y estudiantes. A su vez, hace más complejo el aprendizaje no solo de estudiantes hipoacúsicos, sino de todos los que somos parte de una comunidad.
Hace unos meses se acercó un vecino a expresar que no podía dormir por los sonidos de limpieza que se realizan en la escuela en tiempo nocturno. Al recibir esta situación decido pensar una solución que pueda potenciar el trabajo en la escuela. Es importante dejar de lado las respuestas automáticas que muchas veces nuestra forma de estar instituidos nos interpelan. Todo problema trae una oportunidad para aprender.
Comienzo a pensar que si los ruidos se generan en movimientos de mesas y sillas puedo incorporar pelotitas de Tenis en sus patas. Consigo algunas y pruebo en Dirección. Al ver que funciona se lo comento a un docente que me expresa poder colaborar con donación.
El espacio que habitamos es compartido entre N Medio (por la mañana) y N Primario (por la tarde) por lo cual el trabajo más importante es concientizar para que los estudiantes respeten el uso de las pelotitas, entendiendo que es un objeto que nos va a beneficiar a todos. Se busca evitar contaminación acústica en las aulas, generar empatía entre los estudiantes y darles confianza en sí mismos. Lo más importante para llevar a cabo un proyecto es confiar en el otro.
Los proyectos que son individuales y no convocan a una participación colectiva se desvanecen en el tiempo. Desde esta mirada como Director de Primaria y Jardín decidí pasar por cada aula del N Medio junto a tres estudiantes que ya tienen incorporadas las pelotitas en su aula para contar sobre el proyecto. El mensaje más claro es que creemos que nuestros estudiantes son capaces de dar un paso más en su poder de autonomía, sentido crítico, reflexión y creatividad.
Puede pasar que incorporemos aspectos negativos en nuestra visión del estudiante producto muchas veces del agotamiento físico y de malas experiencias, pero es tiempo de salir de ahí. A los estudiantes no les da todo igual, si conectamos con ellos desde su potencial y brindado nuestra confianza ellos demuestran que pueden. Desde este enfoque es importante hacerlos parte y en este proyecto las pelotitas las colocaron ellos porque si bien reducimos sonido también aprendemos a convivir en pequeñas acciones.